GRITA
Si tienes miedo, grita
Si estás harto de falsos parajismos, grita
Si estás harto de falsos parajismos, grita
Si ese corsé que no elegiste te oprime más de la cuenta, grita
Si crees que la amabilidad es incompatible con un chorro de aceite hirviendo cayendo sobre tu espalda, grita
Y si el aceite está templado, también puedes gritar
Y si el aceite está templado, también puedes gritar
Si te hacen daño, grita
Si tu insignificancia pesa demasiado,
Si te niegan el derecho con la diplomacia de las hienas,
grita
Si estás cansado de las caras de acelga mustia, incluyendo
la tuya propia, grita
Si te aplastan el pie por vigésimo quinta vez con un carrito
de bebé, grita. Y si es la primera, también tienes derecho a gritar. Tú si
quieres, grita.
Si te cansa lo políticamente correcto,
Si no te satisface quien debería hacerlo,
Si sospechas que tu vecina del quinto está empezando a
transformarse en una simpática mantis religiosa, grita
Si la contractura de tu espalda te dice abiertamente que
quiere ser tu amiga para siempre, entonces grita. Con tranquilidad, pero tú grita
Si te equivocaste,
Si escoció demasiado saber que todo lo que haces o dices
tiene unas consecuencias,
Si ya tomaste conciencia de que has empezado a morir,
Si llegaste a la conclusión de que eres el único responsable
de tus actos,
Y si, a pesar de todo, crees que hay esperanza,
GRITA